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VOLANDO VOY

Nueva Canarias está como un niño con zapatos nuevos después de lograr del Gobierno central el ansiado 75% de descuento de los billetes a la Península. NC lo plantea como un gran logro, y seguramente lo es, pero solo para una pequeña parte de la sociedad canaria: la que viaja. O sea, la que tiene al menos recursos para hacerlo. Para una gran parte de canarios esa rebaja del tío Paco se la refanfinfla porque ni así, pagando la mitad que hasta ahora, van a coger el avión o el barco para cruzar el charco.
Si Pérez Galdós, que nació hace 175 años en la capital grancanaria, se enterara de que buena parte de sus paisanos jamás ha salido de la isla, se volvería a caer de bruces en su tumba. No solo hay canarios que no han salido nunca de su isla. Los hay que no han salido jamás de su pueblo. Unos de manera corporal y otros mentalmente.
Si un solo diputado, de 350, puede lograr arrancar a Rajoy (y lo que es más difícil: a Montoro) esas concesiones, que se traducen en menos dinero para las arcas del Estado (porque es el Estado el que tiene que apoquinar), imagínense ustedes lo que se podría hacer con dos, que es exactamente el doble. De hecho hay dos nacionalistas canarios sentados en el Congreso de los Diputados: Pedro Quevedo, de NC, por Las Palmas, y Ana Oramas, de CC, por Santa Cruz de Tenerife.
CC presume que su diputada también ha conseguido cosas importantes para las islas, pero es que CC ha sido casi siempre aliada del PP cuando ha gobernado, y del PSOE cuando han estado los socialistas en el poder. Lo que pasa es que como NC está ideológicamente más alejada de los populares, su voto es más ansiado y disputado que el del señor Cayo.
Es una paradoja que un partido tan poco dado a insuflar nacionalismos periféricos le dé tantas alas a sus representantes. El PP, como también en su día el PSOE, está dando el mensaje de que es bueno que en las autonomías crezca el nacionalismo que tanto combate porque es la mejor forma de sacar dinero al Gobierno central y sonsacar el alma al Estado.
Lograr una buena rebaja de los billetes a la Península está muy bien, además de ser justo y necesario, pero es algo que le importa una higa al agricultor de Tejeda o al marinero de Agaete. Muchos vecinos de los barrios periféricos y marginales de la capital grancanaria solo han visto los aviones a distancia. Lo que sí han visto de cerca es la miseria, el paro, el hambre y la pobreza.
El otro día un tío mató a su sobrino en Fuerteventura por una deuda de 50 euros. Seguramente no le daría ni para comprar un billete a Cádiz, pero desgraciadamente lo que sí obtuvo fue su pasaporte al otro barrio, que siempre queda más cerca y para el que no hay que coger aviones.

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