Tenían razón los que siempre mantuvieron que introducir el tranvía sin asegurar y garantizar la mejora del transporte público en guagua mediante carriles exclusivos era un error
TITSA consigue por fin, con más de 69 millones de usuarios en 2023, mejorar los resultados de 2004
Sí, veinte años ha costado recuperar los usuarios de TITSA de 2004, año en que comenzaron las obras del tranvía que expulsaron a las guaguas verdes del centro de Santa Cruz y La Laguna. En 2022 -con 48,1 millones de usuarios- todavía se encontraba a siete millones de ese máximo histórico de 55 millones en 2004; sin embargo la gratuidad trajo consigo un aumento del 45%, elevando los usuarios nada menos que a 69,4 millones. Téngase en cuenta que entre tranvía y TITSA en 2019 sólo alcanzaban los 61,2 millones, siendo el primer año que entre Metropolitano y tranvía se superaban los 55 millones que había tenido TITSA en 2004.
Efectivamente, 18 años de tranvía sólo habían conseguido -antes de la gratuidad- que el volumen global de usuarios del transporte público aumentase en algo más de seis millones mientras el incremento en número de turistas ha sido de más de millón y medio con más de 100.000 habitantes nuevos con respecto a 2004, unos número que efectivamente y términos de rentabilidad social no cuadran por ningún sitio. No digamos nada si tenemos en cuenta que metropolitano mantiene a día de hoy una deuda a largo plazo de más de 130 millones de euros en un pasivo total de más de 200 millones según la última liquidación disponible de 2022, lo que obviamente ha venido acompañado del aumento de la deuda en TITSA porque sus líneas más rentables (013, 014 y 015) se volvieron deficitarias o desaparecieron con la llegada de la catenaria.
La gratuidad ha supuesto, efectivamente, un salto desconocido de 48,1 millones pasajeros en TITSA en 2022 a 69,4 en 2023, lo que supone que sólo el incremento de usuarios de TITSA, 21,3 millones, sea mayor que los números totales de Metropolitano que deben rondar esa cifra después de sus 15 millones de 2022 (que sepamos el resultado final de año no lo han hecho público) sino que la compañía pública de guaguas se presenta como la verdadera alternativa que ya reconoce hasta el propio documento de avance del Plan de Movilidad y hasta algunos pronunciamientos políticos.
¿Que tenían razón los que siempre mantuvieron que no debíamos meternos en catenarias sin asegurar y garantizar la mejora del transporte público en guagua mediante carriles exclusivos, política de tarifarias sensatas y demás? ¿Que no se puede desvestir a un santo para logran unos resultados que justifiquen de alguna manera semejantes dispendios en trenes y tranvías sacando a la guagua de los centros de Santa Cruz o La Laguna o bloqueándolas en atascos junto a la plataforma verde del tranvía? Hombre, cualquiera diría que las cifras son claras y evidentes y sólo mirando a Gran Canaria, con más usuarios que nosotros con menos habitantes y muchos menos turistas (y sin tranvía) no sólo el asunto salta a la vista sino que nos debía llevar a una reflexión del camino recorrido en materia de movilidad y la deuda casi grotesca que nos hemos echado arriba sin buscar una solución para la isla en su conjunto.
No, se ha tratado más bien del macroproyecto multimillonario que, sólo en agua para regar cerca de 60 hectáreas de césped supone un dispendio sobre el que esta tierra debiera reflexionar por la hipoteca que ha supuesto para, al final, beneficiar a un porcentaje muy pequeño de la población de Tenerife (entre los que en estos momentos de alguna manera me encuentro porque la opción guagua me la han quitado). Que con respecto al césped lo malo no es el agua, que según ellos es un asunto terrible que les obliga ¡qué pena! a contratar a dedo obras por la vía de urgencia, sino que se ha hecho con la única intención de que el tranvía no comparta plataforma ni con taxis ni con guaguas, como ocurriría en cualquier parte del mundo donde el espacio escasea.
Hablar de movilidad en Tenerife, la tierra que se está embarcando ahora en un proyecto de circuito del motor homologable para Fórmula I, donde siguen 15 años después con el rollo de los trenes aderezados con más carriles, nuevas autopistas y Bus-VAO todo mezclado (aunque el avance del plan de movilidad diga lo contrario respecto a la necesidad de catenarias)… es muy complicado no sólo por el lobby de la construcción, que es muy potente y lo que exige son más autopistas, trenes y más carriles por todas partes, sino porque el lobby de la automoción es tan potente o más que aquel. Ellos mandan, lo políticos a verlas venir y el ciudadano a pagar las consecuencias y siempre, siempre a tirar de la cartera para pagar dispendios cuanto más grandes mejor.
La guagua, la clave para liderar la transformación de la movilidad en Tenerife