ÚLTIMA HORA

AYUNTAMIENTOS FALLIDOS

Óscar Izquierdo

Presidente de FEPECO - Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife

Es mas usual escuchar o leer la denominación de Estado fallido, refiriéndose el caso al territorio que, aunque soberano, no puede garantizar una administración pública con funcionamiento normal, contando con una economía totalmente desestabilizada, imperando la pobreza, inflación, desempleo, que a su vez impide el acceso de los ciudadanos a los servicios básicos, tanto sanitarios, como educativos o sociales. Donde la criminalidad, junto a la delincuencia organizada que acampa a sus anchas, se hace dueña de las calles, barrios, pueblos o ciudades enteras e incluso con índices de terrorismo altamente galopante. Además, hay que multiplicar la corrupción en todos los niveles políticos, judiciales, policiales, mediáticos. Todo ello aderezado o proveniente del narcotráfico, con un ejército y fuerzas de seguridad insuficientes, mal formadas, peor pagadas, incapaces de imponer el orden, porque dentro de ellas mismas cunde el más absoluto y brutal caos. Se podrían seguir cuantificando más desmanes que hacen imposible una convivencia pacífica, fructífera y de progreso, pero con lo dicho queda bastante esclarecido. Aquí viene a la medida lo que escribió el talentoso escritor ruso León Tolstoi, “un Estado que no procura la justicia no es más que una banda de malhechores”.

Un gobierno fallido es sencillamente el inoperante, torpe porque se mueve con dificultad en los asuntos de su competencia, negligente porque anda distraído y olvidadizo de lo urgente y menos de lo importante, negado porque es incapaz de hacer algo, por poco que sea, en suma, que no es lo mismo que Sumar, incompetente en gestionar la gobernanza de la cosa pública, sin capacidad de sacar adelante los grandes proyectos que tiene la nación, pero incluso, ineptos para solucionar las menudencias cotidianas. Todo ello provoca un vacío de poder, porque no hay autoridad ejecutiva que sirva, moral que acompañe las directrices que se toman o ética de la verdad. Ahora que, lamentablemente, en este país se ha instalado la mentira, sí, decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree, se dijo anteriormente o piensa, como la nueva definición y característica del régimen político que nos gobierna, desde su agenda globalista inspirada en el pensamiento único que viene de acullá de nuestras fronteras nacionales. Porque hay que estar preocupados, ya que donde no hay verdad es un peligro tener la razón.

Un Ayuntamiento fallido es más fácil definirlo, sobre todo en Canarias, porque con decir que es el que tenemos donde vivimos cada cual ya es suficiente. Claro que esta generalización es totalmente injusta, como todas, pero casi acertada. Los alcaldes y alcaldesas, que son buenos gestores y lo demuestran con hechos, los hay, aunque sean una rareza, ellos quisieran que se nombraran nominalmente porque pueden dar la cara con satisfacción del deber cumplido, son los que en el semáforo de la eficiencia están comprendidos en el color verde, que indica vía libre para el viajero, los que tienen sus dudas y están en si hacer o no poder se encuadran en el color ámbar, significando precaución, ya que próximamente se cambiará al color peligroso y los que son un verdadero desastre, que deberían dedicarse a sus labores en vez de entrometerse en lo público, ellos mismos se entierran en el color rojo, la luz indicadora para detenerse.

No somos cobardes en ocultar los nombres en este artículo, porque quien siga fielmente las noticias generadas desde FEPECO, como patronal de la construcción en nuestra provincia, que por cierto son jugosas y abundantes, saben que decimos públicamente, sin ambages, quienes lo están haciendo como deber ser y responsablemente. A los maleados los tenemos hostigados por su inutilidad. Así debe ser.

Oscar Izquierdo

Presidente de FEPECO

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