Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca en modo exterminador. Lo ha hecho reactivando su agenda proteccionista, aquella de los muros a México y no sé si también frente a los que se “comen los gatos”. Sus decisiones iniciales, las de los 100 primeros días de gobierno, están siendo marcadas por una oleada de aranceles que afectan a productos europeos, bajo el más que conocido discurso de “América primero”, sin importar el impacto que esas decisiones generan en regiones pequeñas y estratégicas como Canarias. Digo estratégicas por no decir otra cosa.
El daño es real y silencioso. Nos afecta a nuestras exportaciones, como vinos o productos agroalimentarios de alta calidad. También a nuestras importaciones tecnológicas: Netflix ya no volverá a ser el que era, asúmelo. Este impacto económico encarece la producción, frena las inversiones y, lo que es más preocupante, introduce una sensación de inestabilidad en la economía canaria. Pero el comercio no es el único frente: nuestro as de espadas, el turismo, también se ve afectado. La tensión diplomática puede disuadir al turista norteamericano -de alto gasto y creciente interés por destinos europeos- justo cuando Canarias sigue en la continua busca de diversificar su mercado turístico. Además, los canarios que viajan a Estados Unidos podrían enfrentarse a mayores costes o restricciones derivadas de esta escalada. El consumo y compra de productos en el país norteamericano, para los turistas que lo visiten, seguramente ya tendrá un porcentaje más recargado en el precio final, ¡prepara la cartera!
Ante este escenario, Canarias debe responder con inteligencia y visión política estratégica, no puede ir por su cuenta y no estamos en capacidad de hacer frente a una negociación de tú a tú con el gigante americano. No nos queda otra que atender a más diplomacia exterior con una presencia en Bruselas, Madrid y otros espacios multilaterales más intensa. No basta con pedir apoyo, hay que estar donde se toman las decisiones. Por otro lado, seguir apostando por la diversificación comercial: América Latina y África Occidental, incluso Asia deben convertirse en aliados prioritarios, por necesidad, por estrategia y por qué no nos queda otra. Esta agitación de mercados que ha provocado el presidente de los EE. UU. ha despertado a muchas empresas y países acomodados en el comercio más confortable de las últimas décadas.
Gobierno de Canarias, cabildos y ayuntamientos tienen que mostrar una narrativa sólida y cohesionada. Vayan preparándose para ponerse de acuerdo aunque sea solo esta vez. No basta con quejarse, la ciudadanía está esperando liderazgos políticos para afrontar esta broma de mal gusto. Canarias debe mostrar que tiene propuestas, que entiende el nuevo tablero internacional y que está preparada para jugarlo. Toca política de altura, innovadora y más estratégica que nunca. Toda esta coyuntura debe ir acompañada de herramientas de negociación eficaces, con aliados, con instituciones, con empresas y un mensaje de optimismo para el tejido empresarial de las islas.
Canarias no puede ser espectadora pasiva de esta guerra comercial. Tiene que ser protagonista de su propio destino, pero sin ir de valientes, que somos lo que somos.
Isaac M. Hernández Álvarez, Consultor Político