Abdel-Wahed OUARZAZI
Profesor de economía, analista geoeconómico, área MENA

Hoy es uno de esos días en los que no apetece ni leer ni escribir, ni seguir el genocidio sionista en Gaza, sino escuchar chascarrillos de los corrillos de las redes sociales. Renuncio a impresionar, para recibir impresiones, a ser admirado, para admirar habilidades de los arácnidos que tejen y anidan la telaraña de Internet.
El metaverso virtual, de distracción infinita, absorbe nuestro tiempo sin ser conscientes de ello. Sus curiosidades, sugerentes o no, nos atrapan trasladándonos de un lugar a otro, de un sujeto a otro y de un argumento a otro. Y nos muestra cómo la sabia naturaleza distribuye sus dones. Un espacio que lo permite casi todo. O casi nada está prohibido; todo tiene cabida y nada sobra. Unos con más acierto y gracia, otros con mucho menos. Aunque los más, sólo están para recordarnos que “hay gente pa tó”, como diría un andaluz.
Navegando por esos lares, encontré a Firas Chahir, seudónimo de Khalid Zaâbouli, cantante y compositor tangerino de origen marroquí. Compone y canta diversos géneros, el Rai internacional o estilos árabes, atreviéndose con el mix arábigo-flamenco. Su actividad musical comienza en 1994. Más tarde, en 2001, se traslada a España donde sigue desarrollando su carrera a ratos; ya que profesionalmente se dedica a otros menesteres. “De algo hay que vivir”, sentencia.
Afincado en Valencia, este talento tangerino, de pura cepa, es hijo de Abdelkader, maître que fue de los grandes hoteles de Gibraltar y de Tánger. Y de la afable Amina, su madre. Tiene dos hermanos, ambos artistas. Ismael pintor vocacional que combina realismo y abstracción. Y Yassine, empresario de hostelería, artista de la gastronomía, amante del turismo rural y de la naturaleza viva.
Desde su temprana edad, con apenas dos añitos, era capaz de entonar canciones de espacios publicitarios. Ya sea en emisiones de la televisión marroquí o de la española. Con los años, a finales de los ochenta, Firas Chahir es conocedor de la música marroquí y de la música árabe oriental en general, así como de la música española en todas sus variantes. Se interesa por el cante Flamenco por su similitud a la música árabe y, especialmente, por sus espectaculares giros. Más tarde, se siente atraído por la música pop norteamericana, desde Madonna a Michael Jackson pasando por Modern Talking.
Como tangerino, cosmopolita, Firas Chahir adopta en un principio varios estilos musicales. Todos ellos marcados por influencias tanto árabes como españolas. Por ende, su estilo, o estilos en plural, va desde el Rai internacional hasta las notas orientales pasando por el Flamenco; sin renunciar a explorar ritmos del golfo pérsico.
En sus comienzos, Firas Chahir, hace circular sus cintas y maquetas entre jóvenes atraídos, esta vez, por la música Rai. Sus primeras actuaciones musicales ven la luz en 1994 en Tánger con diversas intervenciones y en distintas Salas de hoteles, cines o teatros de la ciudad. Su primer concierto tiene lugar en la Sala del Hotel Solazur. Tras este primer éxito, vendría el siguiente en la Sala del cine Mauritania. Y al que siguieron otros tantos en el cine Lux en 1999 y 2014.
En España, sus inicios musicales empiezan a gestarse en 2002 con su primer concierto en Granollers. En 2019 en Lérida y, más tarde, en Valencia en 2021. En el año 2022 comienza una gira en junio, cerrándola en julio del mismo año en Valencia.
Una de las características del artista es su canto al amor. Pero no a cualquier amor, sino al amor a la diversidad cultural como lema, a la tolerancia y a la amistad entre los pueblos por encima de todo. Algo que me llamó la atención y admiración.
Aboga por la unión del Magreb Árabe (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania), en una bonita canción titulada “Magreb United”. También dedica un título a la fraternidad que debe reinar entre España y Marruecos en su otra canción nominada “Tolerancia”.
Dos países vecinos que comparten geografía e historia a través del Atlántico y el Mediterráneo y, sobre todo, a través del paso del Estrecho de Gibraltar. Un corredor de tan sólo 15 kilómetros que podría unir, por vía de un puente, África con Europa. Una corta distancia, pero de largo alcance geopolítico. Esto mismo acaba de permitir la celebración conjunta del Mundial 2030 entre dos continentes y tres países, Portugal-España-Marruecos.
No obstante, el talento no siempre es sinónimo de éxito. Ni mucho menos. Por mucho que persevera el artista. El mundo de la música sigue siendo un laberinto misterioso por donde discurren más penas que alegrías. Un sufrimiento que los artistas sobrellevan en silencio. Y muy pocos se atreven a manifestar, porque siempre mantienen esa viva esperanza de resurgir de sus cenizas en un mundo plagado de intereses hostiles que toman forma de ninguneo. Y del cual muy pocos escapan. Firas Chahir tampoco. Ni en sus inicios en Tánger ni ahora en España.
Sus composiciones musicales y letra propias son interpretadas por el propio artista con su potente e inconfundible vozarrón en redes sociales. Lugar que ofrece importantes oportunidades a los aguerridos artistas que nunca se dan por vencidos. Sus actuaciones, presentes en estas plataformas, son muy visitadas en YouTube, Facebook, TikTok, Instagram, etc. Redes de gran difusión que facilitan la interacción con sus seguidores y una mayor visibilidad de sus trabajos, lejos de los canales oficiales.
Mi ociosidad, la de hoy, a la que doy las gracias, me ha permitido navegar por estas redes sociales y plataformas musicales. Pude escuchar desde chistes, canciones o cómo hacer magdalenas en dos minutos. Pude conocer también a Firas Chahir quien ha conseguido impresionarme y al que he podido admirar mientras intentaba vencer una pereza que, de cuando en cuando, se apropia de mi ser.