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MARRUECOS EN LAS ELECCIONES DEL 23J

Abdel-Wahed OUARZAZI

Profesor de economía, analista geoeconómico, área MENA

VOX invita a Sánchez a desocupar la Moncloa con destino a Marruecos. Sumar coloca a una filopolisaria en su lista al Congreso de los Diputados. Y Feijóo afirma en el “cara a cara” que cambiaría de posición respecto al Sáhara Occidental marroquí.

Marruecos entra así de lleno en unas elecciones generales muy reñidas. Donde el sprint final hacia el 23J obliga a los candidatos, PSOE y PP, así como a los partidos “comodines”, VOX y Sumar, a radicalizar sus mensajes con propuestas disparatadas y muchas mentiras.

Sabemos que Sumar es el PCE. Y sus ansias son las de intervenir la prensa como antaño el comunismo. Ahora se proponen cargarse la economía con indiscriminadas y sustanciosas donaciones, mientras amenazan a los empresarios con más y nuevos impuestos. Ya lo dijo Ibn Jaldún, “los impuestos matan el impuesto” (hoy se conoce por “curva de Laffer”).

VOX, por su parte, niega el cambio climático y la violencia machista. Todo ello en medio de un calor infernal jamás conocido y de múltiples crímenes contra mujeres. Además de pretender acabar con la UE y sembrar el odio contra el inmigrante. Se olvida de que, el mundo global en que vivimos, hay millones de migrantes que deambulan, trabajan, residen y mueren lejos de sus hogares. Españoles y marroquíes incluidos. Algo inherente a la naturaleza humana.

Coincido con Rufián cuando dice que Yolanda Díaz es más peligrosa que Abascal. El separatista catalán quiso decir, “Dios me libre del toro manso, que del bravo me libro yo”. A Abascal se le ve venir. Pero Yolanda Díaz resulta imprevisible. Y de ahí su temeridad.

Coloca en el segundo puesto de la lista por Madrid a Agustín Santos y, en el tercero, a la polisaria Tesh Sidi. Dos figuras antagónicas. Un exembajador ante la ONU, favorable a una solución pragmática de la autonomía del Sáhara bajo soberanía marroquí. Y una activista polisaria, llena de odio hacia Marruecos.

Aprovechemos pues la oportunidad de exhortarle, a Tesh Sidi, calificar Argelia de dictadura por los cientos de periodistas y de presos políticos encarcelados por el régimen militar argelino. Y a denunciar la inculcación sistemática de los derechos humanos de los secuestrados en Tinduf. Sobre todo, de poner a los asesinos de pescadores, de civiles y de soldados españoles, ante los tribunales. Con ello, la filopolisaria mostrará ser una auténtica representante del pueblo español con sueldo a cargo de los Presupuestos del Estado. Y no una testaferra de la banda criminal del Polisario y altavoz de la dictadura militar argelina.

Es más, Yolanda Díaz no tuvo ningún reparo en definir Marruecos como “dictadura”. Y más tarde agradeció a este país su apoyo a la iniciativa española, ante la ONU, sobre la economía social. La tomadura de pelo de la lideresa de Sumar es monumental. Esto nos recuerda a Pablo Iglesias. Y ya sabemos cómo acabó.

Lo indignante es que, para Yolanda Díaz, el comunismo es “democracia y libertad”, según sus propias palabras. Osea, Stalin no fue un dictador. Cuba no es dictadura. Y tampoco lo es Corea del Norte ni Venezuela ni Rusia ni Irán ni Argelia.

A los anticapitalistas que viven a cuerpo de rey, unos en Galapagar y otros en Bruselas, corazón del capitalismo europeo rodeados de toda clase de lujos se les está acabando el chollo. Y como aquel que se pellizca para disipar la realidad de un sueño, sacan de vez en cuando a pasear el independismo polisario o catalán para teñirse de comunistas. Del vasco ya se encarga Bildu, ¡verdad, Yolanda!

La economía, que podía haber sido la palanca de Sánchez, ha estado ausente de los debates. Y Feijóo ha optado por arañar votos a diestro y siniestro. Sin escrúpulo alguno. Incluso a costa del servicio de Correos y de las fructíferas relaciones hispano-marroquíes.

Feijóo ganó el “cara a cara”. O mejor dicho, Sánchez, quien parecía batirse en retirada, lo perdió al no defenderse de una sarta de imprecisiones y medias verdades de Feijóo. Es decir, negar el crecimiento del PIB, del empleo, de la reducción de la inflación o mentir sobre pensiones y sobre Pegasus.

Lo que sí dejó claro el líder del PP es que pactará con VOX. Y afirmó, algo forzado por los moderadores del debate al intentar escabullirse de la pregunta, que revertirá la decisión de Sánchez sobre el Sáhara Occidental marroquí con el fin de restablecer un equilibrio que nunca existió.

Feijóo nos quiere devolver así al pasado. Al estancamiento y a la ambigüedad. Y a contracorriente. Algo que se antoja poco probable. Sería comparable a la retirada de España de Irak, llevada a cabo por Zapatero, y que mantuvo a España relegada, por EEUU, durante años.

Marruecos no admitirá una vuelta al statu quo anterior, y por varias razones. Nadie se imagina una sesión parlamentaria en la que el PP de Feijóo vota, en pleno, con los radicales de Sumar, Bildu, ERC, CUP, PNV, etc., una resolución favorable al secesionismo polisario, catalán o vasco. Y en un momento en el que la seguridad internacional está amenazada por la tercera guerra mundial (no declarada), pudiendo derivar en nuclear, en el corazón de Europa contra el bando ruso-iraní. Bando al que Argelia juró fidelidad recientemente ante Putin, en vivo y en directo, en un acto vergonzante de sumisión.

Además, la formación de nuevas alianzas, tras la invasión de Ucrania, el resurgimiento de Marruecos como potencia, económica y militar, en el Norte de África, la seguridad del flanco sur ante el terrorismo saheliano, donde los mercenarios de Wagner campan a sus anchas, hacen inviable la tentación de Feijóo.

Aunque todo queda a resultas, la propuesta de Feijóo está fuera de toda realidad geopolítica. La comunidad internacional apuesta mayoritariamente por la solución marroquí, el secretario de la ONU ya no cuenta con el Polisario y la salida del Sáhara Occidental marroquí de la IV Comisión es cuestión de tiempo.

Las criticadas relaciones hispano-marroquíes, con proyección africanista, se encuentran en un proceso de sinergia imparable, según la hoja de ruta firmada en 2022 por ambos reinos. Y progresan a razón geométrica en todos los sectores. Esta es la nueva realidad de una cooperación estratégica. Porque del lado de los radicales nunca ha salido ni saldrá nada bueno.

Ante este escenario, el electorado indeciso de origen marroquí se está volcando con el PSOE. Precisamente para evitar una dolorosa ruptura de las relaciones hispano-marroquíes que tanto ha costado reconstruir.

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