ÚLTIMA HORA

MI LAVADORA Y YO

 

 

 

Pues sí, mi lavadora merece una mención. Se estropeó esta semana después de 25 años de fiel servicio. No me puedo quejar. Si quisiera quejarme de algo no sería el tener que comprar una nueva, sino saber que independientemente del modelo y del precio ninguna va a durar 25 años sin dar problema alguno. 

En estos 25 años el progreso tecnológico ha sido espectacular pero no todo ha sido para mejor. Cualquier persona entrada en años puede constatar que los electrodomésticos, entre otros objetos de consumo, ´ya no duran como antes´. Si tengo suerte, mi nueva lavadora durará a lo sumo 10 años. Algo se romperá y será más económico comprar otra nueva que repararla. Lo mismo le ocurrirá al resto de artilugios que se han hecho indispensables para la vida moderna. La obsolescencia está programada. 

Desde una óptica macroeconómica, hay quien defiende el sistema actual argumentando que si los bienes de consumo duraran demasiado las empresas que los fabrican quebrarían. Creo que esta es una visión errónea. Es cierto que si los objetos tardaran más tiempo en romperse, las empresas venderían menos. Habría menor producción y menor empleo. Pero el bien social cubierto sería el mismo: quien lo quisiera dispondría de lavadora. El capital humano y financiero disponible como consecuencia de una menor producción podría emplearse en satisfacer otra necesidad social. 

Este planteamiento lleva implícito un cambio de paradigma de manera que el cometido principal de la industria sea la satisfacción de las necesidades sociales de la forma más eficiente y al menor coste para el medio ambiente. La maximización del beneficio privado de la empresa quedaría supeditado a este fin. 

Ponemos cuidado en depositar botellas y envases en los contenedores adecuados pero estamos inmersos en un sistema productivo que requiere del despilfarro para que las ruedas de la industria sigan girando. Cuantos recursos podríamos ahorrarnos si el marco en el que opera la industria favoreciera la longevidad de los productos. 

En 2022 entró en vigor la normativa de la Unión Europea ampliando el periodo mínimo de garantía de los productos a dos años. Fue un paso muy tímido en la dirección correcta. Una medida adicional más decidida sería el subsidio de la reparación de productos de, digamos, menos de 15 años. En la mayoría de los casos, reparar debería de ser mucho más barato que tirar y volver a comprar. 

Además de consideraciones macroeconómicas y medioambientales está la cuestión de que elegir lavadora, comparar prestaciones y precios es bastante tedioso. Hay cosas más interesantes que hacer en la vida. Y ciertamente hay cosas más interesantes sobre las que escribir.

 

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