Los estilos son formas de la conciencia y del alma, o, y, son maneras posibles de expresión del lenguaje, sea literario o artístico.
Los estilos o tendencias o ismos van pasando por los corazones de los siglos. Y, ya inventados, nunca terminan de terminar, nunca terminan de morir, nunca terminan de fenecer. Diríamos que puede indicarse, que el barroco o el gótico o el románico o el renacimiento son del pasado. Pero la realidad es que siempre están emergiendo de nuevas formas y de nuevas maneras.
Se podría indicar que es como un producto o un ingrediente cuándo se descubre, y se empieza a construir en los platos, se va transformando. A veces, opino y pienso y me pregunto, que los estilos del pasado, esos estados de la mente o conciencia o del alma, se van injertando en los nuevos. Podríamos indicar que el surrealismo como tendencia tiene elementos barrocos, incluso el cubismo o los expresionismos/neoexpresionismos…
Algunos piensan y opinan, lo expresan a media voz, que las vanguardias de estos dos últimos siglos, han tenido muchas razones y causas, no todas, totalmente racionales y morales. Una de ellas, es y ha sido el protagonismo de los autores, sean del arte que sean, por destacar y diferenciarse de los demás, de antes y del momento, para perdurar en y para el futuro.
Los mercados y la sociedad, al aumentar el número de habitantes, se han creado una necesidad de inventar nuevos estilos, para que las nuevas clases medias y altas, pudiesen adquirir obras, sean literarias o plásticas o musicales, en la medida de cada género o expresión, para sus palacios, sus gustos, sus casonas, sus museos. Y, así, continuar con un negocio y un modo de ser y de estar en el mundo, que son las formas estéticas.
Existen incluso, también, razones, que apenas se indican, que los movimientos de vanguardia de occidente, era una demostración de la libertad occidental frente a otros mundos ideológicos, en los cuales se continuaba en un realismo que después fueron imponiendo adjetivos –que usted apreciable lector-a conocerá-.
Podríamos indicar más razones de los estilos y las tendencias. Pero con estas anteriores es suficiente para saborear, las posibilidades de interpretación de esta temática. Por otro, lado, algunos autores, indican que España es y ha sido siempre barroca. Que con el barroquismo llegó a su culmen de expresión, literario y artístico plástico, las grandes figuras de las letras y los grandes monumentos arquitectónicos, incluso la creación de un imperio. Y, que siempre estamos mirando hacia atrás. Que todo lo que inventamos o creamos, siempre está trufado y mediado por notas del barroco y del barroquismo.
Caballero Bonald, nos describe y reescribe y escribe en un texto titulado: Persistencia del barroco, insertas en Literatura de Dos Mundos, publicado en Murcia, 1992, algunas ideas y reflexiones, sobre nosotros mismos, porque al final, que somos nosotros mismos, sino las formas de entendernos y comprendernos, y, cómo llegamos a este fin, de muchos modos, pero uno de ellos, creando o habitando estilos estéticos, la estética nos habla y dentro de la estética hablamos.
Hoy, que tantas personas de América, ¡que tantos, con rostros caucásicos claramente!, es moda, rechazar a Hispania, pero que llevan apellidos de Europa y que llevan rostros de Europa, que tienen alma mezcla de Europa y de América. Hoy, y ahora, que se ha abierto esa veda ideológica, hay que reconocer que ese movimiento del barroco, se extendió por medio mundo, llevado por Reinos de la Península Ibérica, al final, la palabra barroco, parece ser, que procede de una palabra portuguesa, que definía algunas perlas con ciertas deformaciones… -América, debemos recordar, siempre fue parte del Reino de España, como pudo ser Andalucía o Extremadura, con las mismas leyes y normas, con los mismos derechos y deberes…, hoy, quizás haya que reivindicarlo y recordarlo-.
No vamos aquí, en un texto, modesto texto de un artículo periodístico, fijar multitud de definiciones de lo barroco, y, multitud de concreciones. Quizás, podríamos fijarnos que el barroco, es la expresión del interior. Y, el interior, no suele tener paisajes, casi siempre, renacentistas, fijos y con líneas claras, sino que el interior, individual y colectivo, es un torbellino de ideas, conceptos, deseos, imágenes, pasiones, emociones, sentimientos, y, todo lo demás. Y, eso es lo que refleja el barroco, en todas sus formas, sean musicales, literarias, plásticas, arquitectónicas. Es diríamos, por un lado el intento de reconocer el volcán que llevamos dentro y que somos dentro, y, por otro lado, sabiendo que arrastramos esa realidad, intentar, ponerle un poco freno y equilibrio y acuerdo y mesura y medida…
Somos barrocos, todos, cada ser humano, porque llevamos dentro un mundo irracional y arracional y antinacional. Son los dos caballos de Platón, por poner una imagen larga en el tiempo. Y, somos también racionalidad, es decir, intento de medir y poner medida, de razón, inteligencia, creatividad, imaginación, libertad. Somos una realidad en dos mundos, lo irracional y lo racional, muchos piensan que tenemos alma-espíritu inmortal.
Y, esa son las luces con las que tenemos que entender y comprender el mundo. Si negamos la irracionalidad cortamos mucho de lo que somos, si negamos la racionalidad, nos convertimos en marionetas de nuestras pasiones. Si no admitimos el alma-espíritu, estamos perdidos en un laberinto, sin una clara salida… ¡Esta es la gran temática de cada ser humano, saber lo que se es, y, con ello hacer una buena paella…! ¡Paz y bien….!