ÚLTIMA HORA

SEGUIR A CRISTO HOY EN DÍA

Vemos sin ver. Oímos sin oír. Sentimos sin sentir. Pasos que se pierden por veredas que no son. Mi alma habla en cuanto callo y atiendo. Ella grita con silenciosas palabras porque ansía la eternidad. Susurra y me empuja hacia la precisa regeneración que nace en el interior para convertirme en peregrino; alma y cuerpo, cuerpo y alma van juntos, necesariamente juntos, en busca del camino. 



¿Cuál es realmente el camino? El que Él nos indica. ¿Dónde lo encontramos? En Su Palabra plasmada en la Biblia -y válida para cualquier época-, y en los mensajes de los auténticos profetas, tal y como ha hecho a través de la historia de la humanidad. Es el sencillo pertrecho que precisamos para transitar el complejo paso por estos tiempos (Juan 14:6). 



Y si tan sencillo es ¿por que no atinamos a encontrar Su voluntad en nosotros? De entrada, porque nos lanzamos a interpretar subjetivamente; y aquí comienzan los desvíos que topan con nuestros detentes. Interpretamos a conveniencia para que el resultado sea políticamente correcto. Aquí ya hemos perdido el horizonte de la Verdad para adaptarlo a uno que nos haga sentir cómodos con nosotros mismos y no se oponga a los demás; que no vaya contracorriente. 



Otros inconvenientes que impiden que nos fusionemos a la Voluntad Divina son nuestro ego y ceguera espiritual. El ego nos impulsa a pensar que si desarrollamos nuestra labor en un determinado puesto será para que actuemos conforme a nuestro criterio ante cualquier situación que se plantee. Y si esto es así, ¿qué falla entonces? Que lo hacemos desconectados; no consideramos ni alcanzamos a conocer el querer del Cielo, pues nosotros mismos hemos taponado el fluir de la Santa Trinidad para anteponer nuestro propio criterio; por tanto, se produce -conscientes de ello o no- una desvinculación entre lo humano y lo divino.



Con respecto a la ceguera espiritual, ésta se debe a que no hemos abierto los ojos; los ojos del alma. Miramos hasta donde nos alcanza la vista física, pero no vemos más. Analizamos erróneamente desde el inicio y por eso no avanzamos, y si lo avanzamos, ya, previamente, hemos torcido el sendero.



Si tratamos de averiguar qué profetas son auténticos, intentamos buscar a Dios en el cumplimiento de lo profetizado. Y esto llegará –aunque ahora no lo veamos-, siempre que el Señor así lo permita y si nuestra actuación como humanidad no haya evitado lo predicho. De hecho, ya estamos viviendo dicho cumplimiento. Pero no es ahí, ni así como descubriremos la autenticidad de la fuente, sino en la propia Palabra; ahí es donde encontraremos a Dios y donde nos expresa Su Voluntad. Si no reconocemos a Dios al leer con el necesario discernimiento los textos proféticos, entonces tenemos un serio problema interior con nosotros mismos: ceguera espiritual. Y si tuviéramos dudas, quedémonos entonces con lo bueno (1 Tes 5:21).




Sin esta fusión con el Cielo -que precisa de fe-, nuestro actuar se verá limitado por nuestra pequeñez. Aquí el astuto demonio encuentra una rendija por la que entrar y va adaptando sus planes a conveniencia según se van desplegando los acontecimientos. Satanás nos llevará a la convicción de creer que tenemos las manos atadas para actuar; psicológicamente nos atacará levantando frente a nosotros un enorme muro “ficticio” de detentes, construido con nuestros diversos puntos débiles que él bien conoce. Este falso muro nos hará creer a nosotros mismos que estamos imposibilitados para llevar a cabo lo que el Señor nos pide, por múltiples razones.




En este sentido, ahora comenzamos a entender cómo una de las tácticas que el mal ha desarrollado en estos Últimos Tiempos para la implementación de sus planes, ha consistido en la “tergiversación y manipulación de nobles conceptos”. Satanás empleó el concepto de “igualdad” para abrir la puerta a la ideología de género; empleó el concepto de “libertad” para dar entrada a otras religiones y filosofías y así atacar al catolicismo; empleó el concepto de “respeto” para impedir que manifestáramos nuestro desacuerdo con todo lo que se opone a los Mandamientos y Leyes de Dios; empleó la “participación” para dar cabida a todo tipo de colectivo: ateos, anarquistas, antisistema, etc. y así tratar de acallarnos, arrinconarnos y eliminarnos.




Y si por un momento, nos abstraemos y salimos de esa burbuja inexistente en la que creemos estar inmersos para intentar, ver, saber y llevar a cabo lo que nos pide el Cielo, entonces, despertaremos. Veremos que, por una parte, el Señor "no nos está pidiendo nada difícil o complicado"; y por otra parte, caeremos en la cuenta de que todas esas ataduras que presuponíamos nos impedían actuar, en realidad, no existen. Ni siquiera nos importará el quedar bien ante los demás, las críticas o las puñaladas traperas que nos asesten, pues la alegría y fortaleza de sabernos intentando cumplir la Voluntad de Dios en nuestras vidas, mitigará lo demás.



¿Y qué es lo que nos está pidiendo el Cielo? Nos pide que cumplamos la Voluntad Divina y para ello nos van obsequiando asiduamente Su Palabra, para alumbrarnos este oscuro camino. Esa es la razón de ser de los mensajes dados a los auténticos profetas, que procuro recoger en el blog: www.profeciascambiodeera.blogs . Se nos advierte –entre otras cosas- que no seamos pasivos ante la avalancha del mal; que nos preparemos y preparemos al ejército del bien; y dentro de Su Iglesia, que los religiosos tomen (y se autoapliquen) medidas en los templos advirtiendo expresamente sobre cómo impartir y recibir debidamente la Eucaristía –pues “se cometen profanaciones y sacrilegios a diario en nuestras parroquias”-, y éstas, pasan inadvertidas. Se nos dice explícita y reiteradamente que la comunión debe recibirse directamente en la boca (y de rodillas), no en la mano, y previamente confesados.



También nos insta el Cielo a advertir sobre el silencio y apropiada vestimenta a mantener en el interior de las iglesias. ¿Es tan difícil hacer esto, cumplir y manifestar Sus sencillas peticiones? ¿Qué nos lo impide? ¿Qué falsos argumentos a conveniencia nos hemos fabricado para seguir sin actuar? ¿No sabemos de antemano que todos esos falsos pretextos caerán todos a una ante la mirada del Señor? Y luego, ante su presencia, ¿qué haremos? ¿llorar con esas lágrimas -más que previsibles- y lamentarnos por lo que sabíamos y no hicimos -a ver si cuela- apelando a Su misericordia? ¿No nos dirá Él?: Te hablé al corazón, te advertí una y otra vez por medio de Mis profetas. ¡Ésa era Mi misericordia!



El incumplimiento de las advertencias y peticiones manifestadas desde lo Alto, traerá graves consecuencias a la humanidad; tal es el caso de la petición de Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María antes del 13 de Mayo de 2017, que al final, no se realizó debidamente; en dicha fecha se cumplían los 100 años desde las apariciones en Cova de Iría (Portugal). Sin embargo, hay otra importante petición y deseo expreso del Señor que todavía sí estamos a tiempo de cumplir -y que los responsables eclesiásticos debieran liderar-, aunque de momento, tampoco la han llevado a cabo: es la construcción de un Santuario en Garabandal (norte de España) –donde hasta ahora sólo hay una pequeña capilla dedicada al Arcángel San Miguel-. ...Ir a firmar petición.




Por tanto, comencemos de una vez, ¡ya!, en este instante a ver y a actuar como nuestro Señor Jesucristo y nuestra madre, la Virgen María, nos solicitan; despojémonos del hombre viejo –que tantas veces se menciona en las homilías-, pero no sólo para predicarlo a terceros, sino para llevarlo a la práctica en nosotros mismos, en el momento presente. Ansiemos esa mirada espiritual, no la del mundo, que nos permita “ver lo importante donde realmente está”. Ésta es la misericordia de Dios, la que todavía nos advierte, pues ya nos hemos adentrado en tiempos de Justicia Divina.




Analizamos desde muy diversos ángulos la actuación de los apóstoles de hace unos dos mil años sin llegar a entender que nosotros estamos viviendo ahora la misma gran oportunidad que se les presentó a ellos; que el Cielo nos observa con especial atención y que nuestras acciones y omisiones también quedarán registradas en el Libro de la Vida que cada uno escriba, para toda la eternidad.

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