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NEGROS LITERARIOS Y GRISES LITERARIOS...

 
Desde que estoy en esto de las letras, de vez en cuando surge y salta la cuestión del negro literario y del plagio literario, dos conceptos que se interrelacionan.
El “negro literario”, no es una descripción ofensivo contra una raza o etnia, por si alguien no lo sabe –de todas formas los blancos derivamos de la raza negra de cromagnones-, sino el concepto de que detrás de una obra cultural producida, existe otro autor, que la ha hecho, pero la firma otra persona. El plagio es la copia, en mayor o menor grado, de ideas, argumentos, personajes, conversaciones de un autor por parte de otro.
Desde hace décadas, que empecé a insertarme en esta cuestión de las letras y literatura y filosóficas y de pensamiento y ensayo, de vez en cuando, como antes las tormentas de verano, ahora denominadas DANA, pues salta una vez y otra.
Debo confesar el motivo del surgimiento en esta ocasión de esta temática. Buscaba en la galaxia Internet, averiguar, cuántos artículos periodísticos de opinión, ha creado y criado, el malogrado Javier Marías, que tantos esperábamos le fuese concedido el Nobel, pero la no-vida en esta tierra le ha llegado pronto y le ha cerrado esa oportunidad. Y, buscando ese dato que no he encontrado, que espero que sus herederos culturales subsanen, nos digan y, si es posible, cataloguen o indexen, todos sus artículos periodísticos. O, al menos, nos digan aproximadamente cuántos ha  construido.
Pues estando en esa búsqueda, me he encontrado con una referencia, a una controversia que indica y expresa y materializa Javier Marías en un artículo titulado: Esas máquinas mágicas, publicado en El Semanal, del 29 octubre del dos mil. No voy a entrar en esta polémica concreta, pero si señalar que esta cuestión, doble, como hemos indicado, del “negro literario”, expresión, de nuestra cultura, desde al menos más de un siglo –no se ofenda ninguna etnia-, o del plagio, que es un concepto más concreto y más difuso, está siempre presente en nuestra lengua y cultura. Supongo que en la de todos.
Si alguien leer algo de lo que redacto, se dará cuenta, que en algunas columnas periodísticas, cito concretamente, artículos de otros autores, con varios fines, entre otros, como homenaje hacia ellos, también, como una especie de historia del articulismo de este terruño que voy realizando, al menos recordarlo, tercero, no se entienda jamás, que estoy copiando a nadie, por eso lo incluyo e inserto su nombre y la columna, como una forma científica de la cita, tan importante en el mundo académico, también para que se perciba que hay temas en la cultura, que se repiten, por eso, ya lo trataron otros autores y autoras, y, con otras razones y datos y argumentos y lenguajes...
Nadie se debe ofender, al menos en mi caso, si claramente, lo estoy homenajeando, porque si tengo que criticar algo, posiblemente no lo cite, y, si nombro su nombre, para que no haya dudas es una manera de recuerdo y de darle valor. Nadie se tiene que ofender, al menos en mi caso… Siempre recuerdo una polémica, que se achaca al maestro Gala, que debemos despertar ya del purgatorio de los escritores, cuándo parece ser que dijo: “No es que haya dicho que usted, refiriéndose a un escritor muy conocido, es que copie o usted sea un mal escritor, sino que su negro literario lo hace muy mal” –más o menos, ya saben ustedes que esto de la intertextualidad, es más complejo-.
Existe una forma de “inspiración” mas sutil, se habla, también en ambientes académicos, de la persona que toma la idea “esencial y original” de una tesis, de alguien o de otro alguien. Y, ese alguien no la desarrolla, sino en alguno de sus escritos, conversaciones, diálogos, trabajos universitarios, etc., la expresa. Pero otro alguien toma esa idea original y esencial, y, la desarrolla. Imaginemos que la idea o concepto original es de un alumno o alumna, y, el que la desarrolla es una autoridad académica...
Desde luego, el creador de la idea, no la ha desarrollado, pero la ha creado o imaginado o esencializado. Y, otra persona, con más medios y métodos y formación la desarrolla. ¿Qué sucede en este caso…? Es fácil la solución a este problema, si la persona que desarrolla la idea, en una nota a pie de página, indica de qué o quién ha tomado la idea. Con eso sería suficiente. Porque el creador de la idea, no la iba a desarrollar por el momento, y, el segundo se lleva el mérito del desarrollo. Ambos ganarían. Pero si el segundo no cita al primero, quizás el primero, jamás tendrá otra idea que tenga recorrido y valor. El primero quedará sepultado en la historia de la ignorancia. Y, quizás, haya que dar al César lo que es del César, y, quizás, habría que recordar a esa persona, en una simple cita, de quién se ha tomado una idea, que otra persona, ha desarrollado y, que al desarrollar y explicar e investigar, merece también su mérito. Pero también la primera…
Me acuerdo mucho de la cuestión de Wallace y Darwin. Ambos generosos y ambos agradecidos. Cuándo Darwin recibió una carta de un tal Wallace desconocido, que había llegado a sus mismas ideas y conclusiones. Fue y expuso ante la Real Academia Científica de Londres, ante  los académicos dicha carta, y, expresó también sus ideas. Y, recuerdo que Wallace cuándo se le preguntó sobre el tema, expresó, más o menos: Agradezco al señor Darwin, que haya mencionado mis ideas y mis escritos, pero yo no podría haber desarrollado y demostrado las ideas o habría tenido que tardar varias décadas. Por eso, siempre he pensado, que la teoría de Darwin, se debería denominar Wallace-Darwin, por la gran altura de moralidad que ambos demostraron… Llegaron a la misma idea, sin conocerse, y, ambos dieron al otro el mérito que merecía…
Supongo que esto del plagio no tendrá final en las letras, ni en las Artes, porque es  muy difícil, saber si una idea, alguien que haya leído mucho, si la ha tomado de alguien, o lo haya leído hace cinco décadas, o ha sido una transformación mental. Pero al menos, quede claro, cuándo en los artículos, personalmente, inserto el nombre y el título de la columna de otro. Por homenaje a otros, porque nadie diga que estoy copiando a nadie, porque nadie piense que estoy en polémica con otro alguien del mismo tema, sino porque el saber es la suma y resta y multiplicación y división del saber anterior. Paz y bien.

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