Nos sobran los motivos para elegir un dentista particular
Muchos españoles, antes de someterse a un tratamiento dental, dudan entre acudir a un dentista de toda la vida o a alguna de las muchas cadenas de franquicias dentales, que cuentan con grandes campañas de marketing y publicidad, poblando las calles con carteles de famosos sonriendo invitándote a pasar.
No nos engañemos, aunque la salud pueda venderse como si de hamburguesas se tratase, es preferible acudir a una clínica particular donde nos traten de forma individualizada, estudiando con detenimiento nuestro caso, como hace la dentista Las Palmas profesional Irene Chinchilla.
Vamos a ver ahora cuáles son esas ventajas que nos ofrece un dentista particular de la calidad de esta dentista las palmas que es el absoluto referente en cuanto a atención y eficacia en sus trabajos en toda la isla.
Trato personalizado
Como hemos comentado anteriormente, el trato personalizado es muy importante a la hora de realizar un seguimiento de la salud, en este caso bucodental, nos es como servir hamburguesas en una cadena de comida rápida, que poco puede variar en función de quien la prepare. Para este modelo de negocio, la franquicia sí se presenta como una solución perfecta.
Sin embargo, cuando hablamos de las clínicas bucodentales del seguro o franquicias, la alta rotación de personal que se producen en este tipo de centros es realmente un inconveniente, pues para tartar al paciente con dignidad y acierto, el profesional debe conocer profundamente su caso, por lo que es realmente importante ser atendido siempre por las mismas personas, como ocurre en la referenciada clínica dental Las Palmas donde se encuentra la excelente profesional Irene Chinchilla, admirada y respetada por los de la profesión y fuertemente requerida por sus muchos clientes.
Nivel de formación de los doctores
La apertura de universidades privadas ha hecho que la odontología esté masificada. Antes, cuando el dentista recién formado salía al mundo laboral, empezaba a trabajar en clínicas de toda la vida, donde ganaba la experiencia antes de tratar a pacientes avanzados y ni siquiera se pensaban en montar su propia clínica hasta haber trazado una buena trayectoria de aprendizaje.
Ahora, en cabio, con este nuevo sistema de mutuas y franquiciados para la salud bucodental, a estos alumnos recién salidos que empiezan a trabajar en los centros de franquicia, se les enseña a trabajar siguiendo protocolos de rendimientos económicos, además de ponerles trabas, tales como tiempos máximos por cada tratamiento o paciente atendido y en cuanto al consumo y gasto de los materiales utilizados.
Esta forma de trabajar ya crea malos hábitos en los jóvenes dentistas que comienzan a entender esta profesión como una cuestión de márgenes económicos, pues en función de su agenda, de la cantidad de dientes que va a extraer o de los implantes dentales que va a colocar dependerá el montante de su nómina a final de mes, sin tener en cuenta la atención específica y personalizada del cliente.
Sin embargo, extraer una pieza o recurrir a un implante dental no es una decisión que se pueda tomar en base a cálculos matemáticos de rendimiento, y así se ven casos de pacientes que han acudido a una de estas clínicas, donde le han asegurado que la raíz del diente estaba deteriorada y había que extraer y, al pedir una segunda opinión de un dentista profesional particular, se han llevado la grata sorpresa de que no había que extraer.
La calidad de los materiales utilizados
En líneas generales, un profesional particular utiliza mejores materiales que aquellos que se usan en las mutuas o en las franquicias, donde como ya hemos visto lo más importante es la rentabilidad y que los números cuadren. Para conseguir los márgenes de beneficios que esperan, rebajan en todo, incluyendo en la calidad de los materiales. Por este motivo, para cualquier tratamiento, como un implante en Las Palmas, debes acudir a una profesional como Irene Chinchilla, que cuenta con una dilata experiencia en su profesión y los mejores materiales posibles.
Garantías en los tratamientos
En relación con el punto anterior, y debido a su profesionalidad a la hora de realizar los tratamientos, el dentista particular habitualmente se hace responsable, parcial o totalmente, de aquellos tratamientos que no dan los resultados esperados. Esta responsabilidad se puede asumir por un dentista de toda la vida porque en realidad es muy poco frecuente que se de algún caso cuando se trabaja de forma debida, se hacen los estudios adecuados antes de proceder a cualquier tipo de tratamiento y se utilizan buenos materiales.
Sin embargo, en el caso de las mutuas y franquicias esta garantía no puede darse, pues la forma de trabajo es bastante precaria, así que las probabilidades de que los tratamientos salgan mal se elevan exponencialmente frente a un trabajo bien hecho.
Por último, solo mencionar que, sobre todo en cuestiones de salud, lo barato suele salir caro. Y que los pacientes que acuden al dentista no pueden perder de vista el hecho de que la salud oral es un campo de la medicina, y como tal ha de exigirse un diagnóstico preciso, seguido de un buen plan de tratamiento, una comunicación fluida entre paciente y dentista para conocer las expectativas y las posibilidades que ofrece el tratamiento, por lo que el trato ha de ser personalizado y continuo, y por último una capacidad adecuada de ejecución, con una buena formación, con dilata experiencia y sin tiempos ni limitaciones en materiales y recursos.