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El secreto de la eterna juventud en el deporte de élite

Canarias Noticias - 06/08/2019

Hace no tanto tiempo, creer que un deportista podía competir a su máximo nivel pasados los 30 años, era algo impensable. A esa edad se empezaba a planear la retirada, sin embargo, son varios los ejemplos recientes que nos obligan a pensar en retrasar esa hipotética edad de jubilación de los deportistas.

Este verano, la final del torneo de Wimbledon, tanto la masculina como la femenina, nos ha vuelto a dejar otro ejemplo de deportistas que alcanzan el objetivo más alto que hay en su deporte a una edad en la que, como decíamos, se supone que ya deberían estar retirados. Disputar una final de un Grand Slam es algo que la gran mayoría de tenistas profesionales, incluso muchos que se han movido por el Top 10 toda su carrera, nunca llegan a realizar. Serena Williams y Roger Federer jugaron la final de Wimbledon -ninguno la ganó- a los 37 años, casi 38.

En la rueda de prensa que Williams dio antes de disputar la final fue preguntada, precisamente, por el hecho de tener la oportunidad de ganar un título de Grand Slam con casi 40 años. La estadounidense habló sobre la importancia que tiene el avance de la tecnología. Para la tenista, si hace 20 años Michael Jordan hubiera dispuesto de la tecnología que hay hoy en día, probablemente seguiría jugando.

Los cuerpos envejecen irremediablemente y se hacen más lentos. La diferencia es que ahora se sabe mucho más sobre este proceso, lo que permite realizar una mejor planificación de la carrera del deportista. Sin estos avances para saber cómo trabajar el cuerpo y la mente para que tengan el mejor rendimiento, hubiera sido imposible que Serena Williams jugase la final de Wimbledon del año pasado nueve meses después de dar a luz y de haberse pasado seis semanas en cama debido a una embolia pulmonar que sufrió tras el parto. Federer es un excelente ejemplo de cómo adaptar la manera de jugar para ser competitivo durante más tiempo. Nunca ha sido el tenista más rápido del circuito, ni el que golpea con más fuerza, pero es quien mejor control de tiempo tiene, sabe dónde estar en cada momento.

Serena Williams mencionaba a Federer como fuente de inspiración, y también recalcaba que esta capacidad de rendir a su mejor nivel cerca de los cuarenta años no era exclusiva de ellos o del tenis. Está pasando en muchas otras disciplinas. Uno de los ejemplos que daba la tenista era el jugador de rugby Tom Brady, quien este año ganó su último título de la Super Bowl con 41 años; y se acordaba también de la gesta de Tiger Woods al llevarse el Masters de Augusta con 43 y más de una década después de haber ganado su último grande.

 

 

Al no ser el golf un deporte especialmente físico, Tiger Woods supone el ejemplo perfecto para demostrar que, en realidad, la clave del éxito no está en el cuerpo, sino en la mente. Del mismo modo en que no se puede negar que el físico de una persona de 25 años no es el mismo que el de una de 35, tampoco se puede infravalorar la importancia de la experiencia.

Tom Brady, quarterback en los New England Patriots, sigue haciendo bien su trabajo como defensa porque resulta muy difícil sorprenderle. Brady lee al adversario, anticipa, como Federer, sabe lo que va a pasar porque lo ha estado haciendo durante cerca de 20 años. La experiencia permite incluso evitar esas lesiones que pueden truncar la carrera de un deportista a temprana edad; se aprende a reconocer los síntomas que produce el cuerpo cuando se está produciendo un problema y las situaciones que suponen un peligro, de manera que se puede reaccionar antes y actuar mejor.

El cerebro también se atrofia con la edad, los reflejos no son los mismos. Pero el conocimiento que se deriva de haber estado jugando durante años permite tomar mejores decisiones, y además hacerlo más rápido. Un deportista experimentado ve las soluciones mucho antes. Recientemente, en las Series Mundiales de Póker (WSOP) se vivió un buen recordatorio de aquello de que la experiencia es un grado. En los últimos tiempos el póker profesional ha cambiado muchísimo; hay toda una nueva generación de jugadores muy jóvenes que utilizan programas informáticos y complicados cálculos para preparar sus estrategias. Sin embargo, este año el ganador de las WSOP no se ajusta a ese nuevo perfil: ha sido Hossein Ensan, un iraní de 55 años que lleva toda la vida jugando. Pasados los 50 ganaba el torneo de póker más importante del mundo, un hito que se entiende con el siguiente vídeo de 888 Poker en el que se puede ver la enorme emoción de Ensan.

 

La tecnología nos ofrece la posibilidad de saber cómo actúan nuestro cuerpo y nuestra mente, y nos ayuda a mejorar esa actuación. Una buena planificación permite sacar a cada momento su máximo partido y extender la carrera de los deportistas. Y la experiencia resulta un arma muy valiosa con la que, además, un adversario más joven no puede contar. No es extraño que sigamos viendo ejemplos en todo tipo de disciplinas deportivas. Además de todos los mencionados, en la NBA, por ejemplo, y pese a que ha llegado el fin de una generación, tenemos a jugadores que se han retirado en la cumbre pasados los cuarenta, como hizo el argentino Manu Ginóbili el año pasado o el alemán Dirk Nowitzki en la pasada temporada de la liga de baloncesto más competitiva del mundo.

Es muy probable que cada vez nos encontremos con más ejemplos. El canario Juan Espino es otro de los casos recientes: a finales del año pasado se convirtió en el primer español en ganar un combate de la UFC a los 38 años, y ha firmado por seis.

Martina Navratilova, que estuvo compitiendo en Grand Slams de tenis hasta los 46 años, es un caso excepcional y, probablemente, lo seguirá siendo. Pero lo que va a dejar de ser excepcional es ver cómo las carreras de los deportistas de élite se alargan y se va aplazando su edad de jubilación.

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