ÚLTIMA HORA

LIBERTAD DE EXPRESIÓN: QUIÉN LA DA Y QUIÉN LA QUITA

                                La palabra es la mayor y mejor arma inteligente, que posemos el ser humano; por ello todo el que abusa del poder, la persiguió siempre, mató al que la empleó, lo encarceló, o lo situó en lugar muy seguro, y donde “sus palabras no las oyesen ni las piedras”; ello nos da fe de cuanto antes digo. También se confirma ello por cuanto los grandes hombres y que son pilares en nuestra historia occidental, no emplearon para manifestarse nada más que la palabra; y con ella, bastó para que se reproduzcan sus pensamientos mientras se escriba la historia. Así, ni Cristo, ni Buda, ni Sócrates o Pitágoras, escribieron nada; pero son los que nos sirven de ejemplo, señalando que alguno de ellos, era iletrado o analfabeto, que hoy diríamos, pero… “la palabra es la herida que más duele y no cicatriza”; y eso “no hay quién lo aguante”; de ahí que y por ejemplo Gandhi y otros, no necesitaron el empleo de ningún arma, para realizar la gran obra que en vida realizaron, dejado, incluso discípulos que continuaron y siguen continuando, la difusión de sus palabras y hechos.

                                Por otra parte la historia nos dice, que; “todas las revoluciones violentas, fracasaron; por tanto y por ello, yo creo haber inventado, la palabra “reevolución”; que simplemente es aprovechar todo lo que se pueda del pasado y añadirle todo lo que de positivo, consiga pensar el nuevo hombre/mujer; pero ya digo y reitero, sin “tiros y puñaladas; y menos cañones o bombardeos”, simplemente usando la palabra, con la fuerza que esta contiene y según el momento propicia para usarla.

                                Hay ejemplos de gobernantes e intelectuales que en el pasado supieron dar lo que merece la palabra; alguno de ellos son los que siguen:

                                “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo’; es una de las más célebres citas que se pronuncian cuando alguien quiere dar a entender su disconformidad con lo que su interlocutor dice o piensa, pero que la respeta por el fundamental derecho a la libertad que todos tenemos para expresar nuestras opiniones. Es habitual que esta cita vaya acompañada con la coletilla ‘Como dijo Voltaire…’, atribuyéndosela al célebre filósofo y escritor francés, François-Marie Arouet, más conocido por el seudónimo ‘Voltaire’. Aunque también se le atribuye (creo recordar) igualmente, algo similar dijo en el parlamente Inglés,  Disraeli, ministro en el reinado de la reina Victoria

                                Yo no digo lo contrario pero como he leído bastante de Voltaire, en su obra lo dice de sobras: Puesto que también dijo o se le atribuye, lo que manifestó de ser juzgado por un tirano o una asamblea: “Prefiero ser juzgado por un tirano, a serlo por una asamblea; si logro que el tirano me deje hablar, podré defenderme, pero en una asamblea, siempre seré condenado”; y es que ya se sabe; “en las asambleas nadie se moja o compromete”.

                                Por todo ello, los demagogos, prefieren las asambleas y pregonan eso tan inútil que es, “lo del pueblo soberano”; ya sabemos lo que ha hecho siempre, “ese pueblo en asamblea”; y los tiranos que en ellas se han encumbrado a puestos, donde luego; es dificilísimo echarlos.

                                Las únicas asambleas, que por ser pequeñas funcionaron, según en leído, fueron, las de “los pieles rojas”, de lo que hoy son Estados Unidos y puede que también en Canadá o parte de ella; donde reunidos la tribu en asamblea y en círculo, “presididos” por el consejo de ancianos; cualquier hombre, de aquella asamblea, podía levantarse y tomar la palabra; de inmediato el resto de la tribu guardaba respetuoso silencio, hasta que éste terminaba de hablar; y al parecer funcionaba “una justicia infinitamente mejor, que la que les llevaron la civilización”; puesto que al final, aquellos pieles rojas, o indios americanos, casi todos fueron muertos o masacrados, y los pocos que quedaron vivos; hoy vegetan en “las reservas que les dedicaron aquellos descendientes de, “los civilizados ingleses”; que sin embargo criticaron a los españoles, con una injusta, “leyenda negra”, más acorde con lo que estos hicieron; puesto que a la vista está… ¿Cuántos “indios” quedan en el norte y cuantos en el Sur”; aparte de la civilización que aquellos españoles (principalmente frailes católicos) llevaron a aquellas “inmensas tierras”; y cuyo relato, lo pueden leer en dos libros más que interesantes, para que luzca la verdad y que cada cual, “aguante su vela”;

Uno, “La leyenda negra: Historia del odio a España”, de Alberto G. Ibáñez. Y el otro: “América Hispánica” (La obra de España en el nuevo mundo), de Borja Cardelús:  ambos de Editorial Almuzara (Córdoba-Andalucía-España), y que más que libros son; “dos libro de libros”, ambos son dos libros enriquecedores por demás y que no deben faltar, ni en una biblioteca privada, y menos en las públicas.

 

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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