José Fco. Fernández Belda
Viviendo en San Borondón
Como ya se viene anunciando, el próximo día 10 de enero de 2025 se celebrará el acto de toma de posesión de la persona que será el nuevo presidente de Venezuela, como resultado presuntamente democrático de unas más que polémicas y contestadas elecciones, que huelen a fraude desde casi cualquier punto del planeta. Dos políticos se declaran ganadores de esos comicios, uno lo hace mostrando actas de escrutinio, el otro reprimiendo con todo el aparato del estado cualquier atisbo de oposición y sin querer atender la reclamación internacional de mostrar las actas reales y sólo apoyándose en declaraciones de sus serviles y domesticados tribunales de justicia, ministros, aparato mediático y el Cártel de los Soles.
De un lado, en el rincón siniestro del ring, está Nicolás Maduro, que ya venía vociferando su victoria antes de comenzar el combate electoral. Con varios fraudes electorales anotados en su palmarés “democrático”, cosa ya de sobra reconocida, proclama que para él esa fecha del 10 de enero será “la celebración de la paz y de la alegría” en todo su narcoestado bolivariano. Y para que nada ni nadie pueda aguarle el vino, intentará por todos los medios a su alcance encarcelar y asesinar a quien ose llevarle la contraria y no acepte servilmente su fraude electoral.
Por el otro lado está Edmundo González, al que ya han reconocido como ganador de las elecciones varios gobiernos de países democráticos. Obviamente no lo han reconocido ni reconocerán los que predican ser y se reconocen como una democracia “popular”, es decir, de corte marxista. Por razones obvias propias de un régimen tiránico y totalitario populista, Nicolás Maduro lo quiere encarcelar junto a María Corina Machado.
Con esta situación actual, y a la vista de la proximidad de esos fastos bolivarianos, surgen algunas preguntas que se hacen, o debieran hacerse, las personas de bien, amantes de la libertad, la verdad, la justicia, la dignidad y la memoria, es decir defensores de las democracias formales. Entre otros muchos interrogantes no despejados a día de hoy, pudieran señalarse:
- ¿Asistirá personalmente el Dr. Sánchez junto con su mentor Zapatero, éste como representante del Grupo de Puebla, a esa toma de posesión en la que se auto proclamará Nicolás Maduro presidente de Venezuela siguiendo el modelo totalitario que implementaron en Francia y en Roma, Napoleón Bonaparte y Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido como Calígula?
- Si el Dr. Sánchez no quisiera asistir a esa farsa, para intentar nadar y guardar la ropa y no parecer el cómplice que ya es del narco tirano Maduro, ¿a quien enviará en representación del Gobierno de España para acompañar a los partidos de su Frankenstein, que casi con total certeza irán de palmeros a aplaudir hasta con las orejas?
- ¿Obligará al Rey Don Felipe VI a asistir a la ceremonia, en calidad de Jefe del Reino de España, para usarlo luego como coartada en su alineación con el bolivarismo del Grupo de Puebla? ¿Y si el Rey asistiera, permitirá la representación española que se le insulte como suelen hacer los cabecillas, que no líderes, bolivarianos?
- Si el Dr. Sánchez apoya el fraude electoral de Nicolás Maduro, ¿cómo justificará en Europa, América y España la contradicción política evidente de estar en contra de la votación habida en el Parlamento Europeo apoyando el reconocimiento como “presidente electo” a Edmundo González por su claro e inequívoco apoyo al fraude electoral perpetrado por Maduro?
- ¿Se alineará el Dr. Sánchez con el Consejo de la UE, que no ha secundado la posición inequívoca votada mayoritariamente en la Eurocámara, de reconocer a Edmundo González como el “legítimo y democráticamente elegido Presidente de Venezuela”? Conviene recordar, como antecedente, que ya hubo ordenado en su momento al grupo del PSOE en la eurocámara votar en contra del reconocimiento de Edmundo González como ganador de las elecciones.
En las próximas semanas o días, es de esperar que el Gobierno de España aclare estas y otras cuestiones que devengan oportunas, exponiendo con total transparencia y nitidez las razones para actuar de esa forma en el desarrollo de una peculiar política exterior, con la que compromete no al Gobierno, sino a España. No es de recibo esconderse en declaraciones vacías, esparciendo tinta de calamar o cortinas de humo para intentar disimular la posición que al final adopte, que con total seguridad, sea la que fuera, no dejará indiferentes a los demócratas liberales y a los que prefieren el Socialismo bolivariano agrupados en el Frankenstein. La lucha y la resistencia contra el fraude electoral en Venezuela, la defensa de la democracia y liberación de la población civil atrapada en un régimen de corte castrista, está servida a todos los niveles, nacionales e internacionales.