ÚLTIMA HORA

UN ARTÍCULO O COLUMNA PERSONAL O LITERARIA

No crean ustedes que una columna periodística como género que combina varios al mismo tiempo, habla de cosas, sino que habla de usted, utiliza la cosas para hablar de usted. 

Debo indicarle que el columnismo como género periodístico, a grandes rasgos se divide en articulismo analítico y articulismo de opinión o literario. Como ustedes comprenderán y entenderán, si alguien se acerca a beber de esta agua, de este plumífero, debe saber y conocer, que se acerca al segundo barco. Es decir, hablar de todo o de casi todo, pero no para racionalizar todo o casi todo, sino para que usted sienta reflejarse en esas palabras, realidades de su misma interioridad. Si pensamos una idea o concepto, el reflejo que puede tener en usted. Si de un acontecimiento político o social o cultural o económico, la relación con usted, si hablamos de un yo, pues lo semejante o desemejante con usted. –Pienso que después de estas cientos de columnas, debe usted saber/conocer mejor la intención de este escribiente, por eso, dedicamos una columna a este tema-. 

Debe usted saber, que al menos, en nuestra sociedad, si entendemos un concepto amplio de ella, no solo el tiempo presente, sino la evolución de diversas generaciones y siglos, el columnismo, hasta donde sabemos, el columnismo literario y de opinión o personal, está muy presente en nosotros y con nosotros y de nosotros. Quizás, quién sabe, por el clima mediterráneo, hablamos de todo y con todo, en las calles y plazas y aforos, qué decir, cuándo nos reunimos por un acontecimiento social-familiar una decena de personas, al final, siempre surge el tema de lo sociopolítico. 

Tenemos por ello una gran tradición, siempre se cita a Larra, pero como he mostrado en otros artículos antes de Larra –basándome en los estudios de los expertos en el tema-, con más o menos brillo, existieron otros, que no les hacemos justicia-equidad, al no citarlos. Y, desde entonces, todos los escritores pequeños y grandes, también escritoras, han intentado redactar textos, hayan sigo pagados con estipendios o sin ello. Tengan una decisión/solución/veredicto ideológico del presente o del futuro. Todos los polígrafos de una obra o de cien, han recabado/retozado en el articulismo. No voy a indicar, si ha servido para los garbanzos, para la merienda, para desayunar o para la copa… Todos esos calificativos han sido expuestos por Azorín, Unamuno, Cossio, etc. 

Pero mi modesta opinión, es que redactamos artículos para describir realidades internas y externas, colectivas e individuales, presentes y pasadas y futuras, para intentar comprender-entender algo en la enorme selva de datos e ideas y conceptos y acontecimientos del presente. De todo ese teatro que dentro de nosotros lucha, para hacerse emerger. Para intentar entender-comprender realidades pequeñas y medianas y grandes, de fuera y de dentro. Para recordarnos, que hay cosas, que son esenciales para nosotros, y, quizás, no se reflejen ni en los telediarios, ni en las portadas de los medios, ni en las cabeceras de las radios. 

No hay mucha diferencia, un artículo, imagino, a una partida de caza, de un grupo auriñaciense, que después de dos o tres días, vuelve a la gruta, y, narran lo que han visto y han entendido y han comprendido y su parecer, si ese invierno próximo va a ser más duro o más blando, si deberían antes de que arañe sus huesos, emigrar unas docenas de miles de pasos más hacia abajo/sur, o, el temor de que existan otros grupos humanos, que ese sea su territorio de caza, y tendrían problemas con ellos, que tal hembra de su grupo, va a tener un niño, y no pueden someterla a ese viaje de destino incógnito/misterioso/desconocido/enigmático, y, mil otras peripecias… 

Cada persona es un mundo. Personalmente no me agradan los artículos que llevan demasiado acero/veneno/ácido. Al final, de todo y de todos y en todos. Cada ser humano lucha con su interior y su exterior. Está en una constante lucha. La verdadera tentación y la verdadera liberación es el autocontrolarse correctamente, en libertad y dignidad y equidad con uno mismo y con todo, con el mayor grado de verdad y bondad y bien y belleza y racionalidad y prudencia. Esto es un ejercicio de toda la vida, de cada día. Me temo que no todo el mundo es capaz de llegar a una armonía en paz consigo mismo. Porque como los sedimentos, cada año que pasa/sucede se van acumulando aciertos y errores, formando una fosilización de la memoria y los recuerdos en el alma/carne/mente y, que tienen su importancia y que pesa, demasiadas veces, como la mitad del Everest. 

Para terminar, pienso cuatro cosas, entre muchas, una que el articulo/columna de opinión o literaria, es/debe ser una especie de limonada en una tarde de agosto calurosa de/en la Mancha. Segundo, que la columna es una mezcla de géneros, periodísticos y literarios y filosóficos. Tercero, que el articulo no es un instrumento para lucirse el escribiente, ni tampoco, de echar por su boca las vísceras del plumífero, ni al tema a que se refiera, ni a sujetos o a objetos. Cuarto, que una columna debe ser algo como un aire suave, que incluso la realidad-verdad, aunque sea dura y agria y lacerante, el/la escribiente la construye de forma y manera dulce o, en todo caso agridulce. Paz y bien. 

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