No pasarán muchos años para que algunos partidos políticos desaparezcan; de hecho, a algunos ya ni se les espera ni se les recuerda. El asesor político quiere marcar su estrategia política, pero muchos cambian constantemente de siglas o marcas políticas consiguiendo en realidad infravalorar más si cabe la importancia de lo que está detrás de estas organizaciones, no han tenido en muchos casos constancia y perseverancia.
Son las personas y los candidatos quienes cada vez más abanderan proyectos y dejan en segundo plano la idiosincrasia y todo aquello que rodeaba la imagen de un partido, aquello que resta, quitarlo. Pero ¿es correcto actuar de esa forma? ¿dónde quedó el orgullo de pertenecer al partido político? Los candidatos pueden viajar rápido, si, pero los equipos pueden viajar lejos.
Aquellas definiciones de izquierdas, derechas, centro, liberales, demócratas, etc., han dejado paso a líderes, proyectos a medio plazo, al branding o a la moda del «y tú más». En las próximas elecciones, veremos grandes cambios en la composición de instituciones, sobre todo en cómo se afrontarán negociaciones en un puzle de muchas piezas a modo de nuevos actores para poder encajar en nuevos sistemas de gobierno; la tarta tendrá más pedazos. El pueblo ha decidido, quiere pluralidad, quiere acuerdos y consensos. También ocurre algo que últimamente está siendo un fenómeno de estudio, la gente a la hora de contestar sobre que es lo que quiere, está confusa. ¿Es así realmente o a cambio lo que está pasando es que no se le está preguntando correctamente?
La democracia está, más que nunca, con los motores a toda máquina y en un momento de prueba de esfuerzo con el que nunca se había enfrentado. Estos nuevos retos democráticos también son pasión, evolución, y una constante adaptación a los nuevos tiempos, ya lo decía Baltasar Gracián «La confianza es madre del descuido».
EMPATÍA CON EL CIUDADANO
Ahora aparecen nuevos escenarios y nuevas técnicas de comunicación digital para llegar a las audiencias, herramientas de marketing que sorprenden, laconsultoría política, el neuromarketing político, el conocimiento más exhaustivo del electorado, y así un sinfín de nuevos factores que tienen que asumirse por todos los actores. Todo esto hace que la renovación en toda la estructura y en todo el pensamiento de las organizaciones políticas sea cuestión de seguir o desaparecer; ahí tienen el caso de estos últimos años en Venezuela, o mucho más reciente el de Bolsonaro en Brasil.
Se requiere muchísima empatía con el ciudadano, posicionarse claramente con una idea, ponerse a la altura de un electorado modernizado y que busca autenticidad, que espera ser escuchado y verse sorprendido. Curiosamente, hace tan solo unas décadas, los partidos y quienes los formaban estaban en posesión unilateral de la información y, por ende, tenían ventaja sobre un electorado conformista y que se creía mucho de aquello que le llegaba; hoy es totalmente al revés, el pueblo manda y accede a gran cantidad de medios de comunicación, fakenews y a lo que le cuenta el vecino de al lado.
Los jóvenes se interesan por los partidos mucho menos que antaño, pero sí que colaboran de la nueva política, su grado de compromiso en la participación es caso de estudio todos los días; lo cierto es que de una forma u otra participan.
Los políticos tienen ante sí un momento de grandes oportunidades para conectar mucho más con este segmento del electorado, pero con otras reglas del juego de la comunicación política, en otras plazas y en otros entornos mucho más digitalizados, donde estas nuevas generaciones se sienten como pez en el agua; si no lo hacen, desaparecerán. Los partidos políticos son los agentes ideales para ejercer la democracia de cualquier lugar, velar por los intereses de quienes han depositado el voto en las urnas, pero tienen que dar un giro radical en su forma de acercarse a la gente.
Actos como volver a tocar en la puerta del ciudadano, encontrarse en la calle viendo pasar el día a día, compartir con el vecino un café de media mañana, han vuelto a ser determinantes en la política del siglo XXI, no se puede agradar a todos, ya no.
Quien lo iba a imaginar…