¿Existen temas o realidades, que son casi universales y, que todos los seres humanos, nos riamos o sonriamos y otros, que lloremos y nos entristezcamos?
Dicen que el articulismo periodístico, como género/subgénero literario y a la vez, periodísticos o de información o comunicación, tiene como temática la universalidad del mundo, y, como perspectiva-tendencia-óptica cualquiera, según el ser humano –o, dicho de otro modo, ese amigo que conoces o desconoces, que te encuentras en la tascantina, palabra inventada por un restaurador y puesta en el frontispicio de su bar, aquí en mi ciudad, dar al César lo que es del César…-. Esa persona que te encuentras y en cinco minutos te ofrece un discurso sobre una flor o el alcalde del pueblo o el gol de la figura internacional –eso pasado a escritura, con algunos retoques de belleza retóricos, eso es una columna personal-.
A veces, pienso y opino y estimo y valoro y creo, que el articulismo está metido en la sangre de los humanos, porque todos ante acontecimientos y datos y hechos y palabras, de otros o nuestras, nos comentamos y comentamos. Un artículo periodístico es eso una mezcla combinatoria de comentario y opinión y razones y desrazones. Y, todos, tocamos diversidad de temas. No somos expertos y especialistas, porque por ejemplo, ante este tema de este título, pues un sabio sería un antropólogo, un psicólogo, un neurobiólogo, un sociólogo, un psiquiatra, y, nos darían datos más empíricos y más científicos. Pero usted lee un artículo, no para saber en cincuenta líneas un estudio científico aproximado, sino una opinión, que le añada algo y le quite algo…
El articulista redacta esas frases o columna, por varios motivos, porque es o desea que sea su profesión, o es y desea que sea su vocación literaria e informativa. Que una columna es muy parecida a un corto cuento, a un conjunto de aforismos, a un poema de verso suelto… es una especie de hibridación entre la interioridad y exterioridad, de un sujeto o un colectivo o una sociedad… ¿De qué nos reímos y de qué lloramos, hay diferencias entre los individuos, entre los grupos, entre las sociedades, entre las culturas, entre las metafísicas, entre las épocas de individuos y de la historia…?
Hemos observado que en cada grupo social o estrato social, no solo económico, sino social, cultural, religioso, educativo tiene un humor diverso y diferente. Una broma o un chiste o un chascarrillo en un sector social son aceptados totalmente, en otro, es rechazado. En uno, el individuo es alabado como de los suyos, y, en otros, las mismas palabras, esa persona es silenciada y mirada como que no es del mismo redil.
Cierto es que ante algunas realidades, el dolor es universal. Los universales antropológicos, dice la antropología, existen hechos y actos, que son universalmente admitidos con el mismo tono, de alegría o tristeza, aunque después sus materializaciones culturales sean distintas. Ante la muerte de un hijo o hija, solo cabe el lloro y la tristeza y la angustia y la pena, y, más si deja hijos pequeños, y, más si los abuelos son ya con cierta edad, una angustia aumenta con otra pena –y, más si el finado o finada deja un panorama económico complejo…-.Cierto es que en cada sociedad o cultura, se materializa el lloro y la angustia y la pena de diversos modos…
Un artículo es como una cascada de ideas y de palabras múltiple, el mismo tema, se puede tocar de mil modos, incluso por el mismo articulista, según el día y la hora. Hoy, me he encontrado con un artículo de la notable columnista, Rosa Belmonte, titulado: ¿De qué te ríes?, publicado en Colpisa el 11 de agosto del 2023, que en su microcolumna, nos refleja según su estilo algunos aspectos de dicha temática. Somos una mezcla de subjetividad, a veces, pienso que de subjetividades y de objetividad, a veces, estimo, de objetividades…
Es común, indicar que Umbral no tiene en sus artículos fondo-contenido-concepto-ideas-significado, solo tiene florituras-formas-significante-continente, solo tiene retórica y belleza y oratoria y tropos. Es cierto, que a mi modo de ver, Umbral, siguiendo a Ruano, siguiendo su realidad histórica presente, es un gongorino, tomado en todas las formas, es hijo de la generación del 27, intentó aplicar toda esa retórica poética a la prosa del articulismo. Pero Umbral es también hijo de Ortega y Unamuno y D´Ors –y de muchas y muchas lecturas-.
Umbral leía mucho, observaba mucho, y, sentía mucho y pensaba mucho. Con lo cual, no solo es forma sino también tiene mucho contenido y mucho continente, mucho significante y mucho significado. No solo es floritura de árboles arborescentes con flor en primaveras soleadas. Pero, es que en veinte mil columnas escritas, de distinto tamaño, en toda su vida, cabe todo y cabe mucho… otra cosa, es que a usted le caiga bien o le caiga mal, que sea más moral o sea menos, que sea un personaje teatral o sea menos...
Dirán con razón, que este comentario de y sobre Umbral, no tiene que ver nada con el tema de esta columna, ni con la interpretación que realiza Rosa Belmonte de este tema. Pero creo que debería indicarlo, porque creo y estimo y valoro que a Umbral, independientemente, de sus formas y su figura y su personalidad y del personaje, ya hay que sacarlo del purgatorio de los escritores, y, también de paso, a Cela, que fue su mentor y maestro…
¡Y, dirá usted, estimado lector o lectora de este artículo, para qué ha dedicado cinco minutos en leer estas frases, se preguntará si ha perdido el tiempo…! ¡No lo ha perdido, porque con combinaciones de oratorias y retóricas clásicas y actuales, he querido enseñarle y mostrarle, algo del misterio y del enigma de la risa y del lloro, de su risa y de su lloro, quizás, hoy, tenga una ocupación y preocupación por una alegría familiar o privada o intima, pero también de una tristeza o una angustia, quizás, este modesto artículo, le ayude a percibirlo de otro modo…!