ÚLTIMA HORA

NO SABEMOS/SABREMOS LO QUE (HA) SUCEDE/SUCEDIDO

 

Plantee esta cuestión en enunciativa o interrogativa, pero esa es la realidad, mientras que suceden los acontecimientos y hechos, no sabemos exactamente las consecuencias que tendrán.

Después eso sí, unos meses o unos años o unos lustros después, vendrán la historiografía y la fijación de los hechos… que el toque de la campana de la libertad americana con respecto a Inglaterra, ese simple toque o tirar los fardos de té, si mi memoria no me falla. Un hecho concreto, y, hasta cierto punto, después tenga tantas consecuencias. Que si Fernando el Católico se volvió a casar oficial y legalmente después del fallecimiento de la reina Isabel la Católica, y, naciese un hijo. Y, mil otras realidades que ocurren en la historia, y, que no sabemos en esos momentos las consecuencias que tendrán, al menos, para la inmensa mayoría de mortales, salvo supongo que algunos que disponen de más capacidad de percibir el futuro o disponen de más datos.

Luego es evidente, contarán los relatos y narrativas de la historia del pasado. Algo que hace diez o cincuenta años, apenas tuvo incidencia, aunque sí preocupación, se toma como fecha de tal realidad. Y, se repiten en manuales de escuela y en conmemoraciones con bandera o con discursos o conferencias. Así se ha ido entrañado la red de la historia. Los acontecimientos, porque eventos me parece que es una palabra innecesaria, todavía en/para esta lengua de tantos siglos. Los acontecimientos y hechos y datos, después se interpretan y se argumentan. Y, un hecho equis, después, se olvida o casi duerme en la nada, y, ese mismo hecho u otro, se eleva a la categoría del Everest.

Por tanto, seamos sinceros, no sabemos lo que sucede. Pero también ocurre, que miras hacia atrás, y, no sabes muy bien lo que ha sucedido, aunque lo hayas padecido. Pero no ya acontecimientos de hace dos siglos, qué ocurrió en la Corte Española y su relación con Napoleón, qué sucedió con el Rey legitimo y el hijo de dicho rey legítimo español y con la figura de Napoleón, y qué con Godoy y qué con la reina del rey oficial de España.

Es decir, todo está lleno de misterios, porque ahora, se llaman por teléfono y no sabemos a quién y cómo y cuándo y cuánto y qué, en los círculos de poder, pero antes, estaban las conversaciones privadas y los legados y las cartas, que se han perdido, y las intenciones y los planes de unos y de otros. Ni siquiera se sabe bien, lo que sucede en una comunidad de vecinos en un proyecto en común, ni tampoco en las familias, en sentido amplio, de varias familias con un tronco común. No sabemos, esta es la realidad. Padecemos la historia, pero no sabemos lo que ha sucedido totalmente, ni lo que hemos padecido, ni lo que hemos sufrido o el porqué de ese sufrimiento o de esas alegrías… Ni siquiera las consecuencias de nuestros actos presentes, después en el tiempo futuro…

Es triste, sí, es triste darse cuenta, que en muchos acontecimientos que sufres y has sufrido, en el momento presente o del pasado, no sabes lo que sucede del todo, no sabes las consecuencias que tendrá, no sabes el porqué y el cómo, no conoces todos los protagonistas y actores y actrices de esa obra real y realista. No sabes nada o casi nada. Esta es la realidad… No sabes lo que como el perspectivismo de Ortega, no sabes lo que conocen unos y lo que conocen otros, lo que hacen unos y lo que hacen otros, lo que ocultan unos y lo que ocultan otros…

Me he esforzado siempre en entender la realidad, la realidad histórica, y, por eso he utilizado los hechos o acontecimientos, pero después buscar explicaciones, de diversos saberes de ciencias sociales, de diversos protagonistas. Y, debo confesar, que después de cuatro décadas y algo, no sé, no sé exactamente, el juego de lo que sucedió en el 23F, por poner un ejemplo o un caso. Pero tampoco sé lo que está sucediendo en estos momentos, y, es más, jamás sabré lo que está ocurriendo en estos meses y años, y los que nos esperan, porque mi reloj de arena o de sal o de cuarcita se va terminando, es la ley de la vida, al menos hasta ahora…

Puedes sentirte como un pequeño títere en manos de otros. Pero te voy a indicar un secreto, que me temo, que todos nos sentimos títeres y máscaras, puede que algunos muevan más hilos que otros, puede que algunos sepan más parte del guión que otros, pueden que algunos tengan un papel de más importancia en el teatro del mundo. Pero he descubierto una cosa, que nadie maneja el guión completo de la historia, que no hay un individuo, ni un colectivo que dirija totalmente la historia, aunque unos sí tienen más influencias que otros, que no existe un guión claro de cómo se va a desarrollar la historia. Eso si lo he aprendido y aprehendido, porque lo he visto multitud de veces reflejado en la historia. Acaso cuándo Isabel envió las naves a lo que después fue América, pensó las consecuencias que iba a tener esa realidad o ese hecho para el planeta y para la historia. Incluso ahora, después de cinco siglos, somos conscientes de todos los cambios que ha traído esa realidad… Lo sabía acaso Colón, el gran protagonista…

No sé, debo confesarlo, lo que está sucediendo ahora, no lo sé. Las consecuencias que va a tener para usted y para mí, ni las consecuencias para mis descendientes. No lo sé. Lo único que puedo hacer, es atar mi cuerpo y mente a una ética y moral correcta, en la teoría, y, en la medida que pueda en la práctica. Y, así subido en ese pequeño barco ir atravesando los vericuetos de la historia, de este mar que denominamos tiempo histórico. Es decir, de mi vida y de su vida. Solo podemos hacer esto, o eso es lo único que se me ocurre a mí. Paz y bien.

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