José Fco. Fernández Belda
Viviendo en San Borondón
El pasado día 28 de noviembre, cuarto jueves de ese mes, se celebró en los EEUU y en Canadá el Día de Acción de Gracias, Thanksgiven le llaman ellos a esta Fiesta Nacional, previo al celebérrimo Black Friday. También se celebra en Liberia, aunque ahí lo festejan el primer jueves de noviembre y por otro motivo bien distinto al norteamericano. Los liberianos celebran el regreso desde los EEUU de los esclavos liberados allá durante el siglo XIX. Por ese antecedente histórico en Liberia se mantienen algunas costumbres estadounidenses.
Y cuando se quiere descansar de tanto politiqueo trufado de mentiras y trampas saduceas, que diría Torcuato Fernández Miranda, a uno le pasa como al diablo que cuando no tiene que hacer, dice el refrán, mata moscas con el rabo. Mis moscas en esta ocasión, sabiendo que el plato principal de esta celebración es el pavo, me llevaron a investigar cuantas de estas aves se consumen en el mundo en un año. Para ello consulté con la Inteligencia Artificial en forma de ChatGPT y me suministró unos datos curiosos y sorprendentes, confiando en que sean ciertos.
“Se estima que se consumen alrededor de 5.200 millones de toneladas de carne de pavo en todo el mundo cada año. Los principales productores son Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil. En Estados Unidos, por ejemplo, se consumen aproximadamente 46 millones de pavos durante el Día de Acción de Gracias”... ¡Casi tantos pavos como habitantes tiene España!
A partir de estos datos, seguí deduciendo algunas cosas mas. Me pregunté que cuantos pavos pueden ser 5.200 millones de toneladas. Si un pavo promedio pesa sobre los 7 kg, esa cantidad supone que son unos unos 743 mil millones de pavos cada año. Si en el mundo vivimos 8.200 millones de personas, una simple división arroja que cada habitante consume unos 90 pavos al año, lo que viene a significar que hay muchos millones de personas que viven del pavo y que es un subsector de la industria agropecuaria a tener muy en cuenta. Y como dice el chiste estadístico, si yo no como pavo, ¿quien se ha zampado mis noventa?
Siguiendo con las reflexiones sobre la importancia de otras cosas cotidianas, de las que nadie parece ocuparse, y cambiando de tercio, me vino a la mente el viejo problema que tengo con el tallaje de algunas prendas de vestir, en concreto con las camisetas, debido a mi oronda corpulencia. Si compro camisetas de mi talla, si son europeas suelen ser L o XL para que no parezca que llevo en vez de un cuello normal un escote, entonces el largo es un poco corto para llevarlas por fuera del pantalón y si se meten por dentro del cinturón, al poco tiempo llevo la barriga al aire como un buda. Las confeccionadas en EEUU suelen ser más holgadas y más largas, por lo que me suelen ir bien las de talla M, pero no son frecuentes en España.
Es cierto que mi interés sobre estas cosas me viene de la época de estudiante en Barcelona. Aunque yo cursaba Ingeniería, tenía mucho interés por la historia antigua y la antropología, por lo que asistía a algunas clases como puro oyente en la Facultad de Historia, con permiso de los catedráticos correspondientes. Por aquellos años, la industria textil y de confección elaboraban las prendas con los patrones alemanes, que no se correspondía con las medidas antropométricas de los españoles de la época. Por eso era normal que las prendas que se compraban había casi siempre que retocarlas por todos lados, no como hoy que suele bastar con subir los vueltos. La imposición de la moda pret-a-porter, que literalmente significa listo para vestir, exigía retocar los patrones con los que se cortaban las telas para adaptarlas a las medidas de los españoles, por lo que la industria encargó a la Universidad establecer las medidas corporales que sirvieran para modificar los tallajes y los patrones. Y en algunas tareas de análisis estadístico, tuve el placer y el inmenso honor de que me permitieran colaborar, pues es bien sabido que las gentes de letras no son muy amantes de las matemáticas ni de la estadística. En suma que estaba en el sitio oportuno en el momento oportuno.
Y, efectivamente, se establecieron los nuevos tallajes que lograron el triunfo del pret-a-porter y que la gran mayoría de los españoles y españolas pudiéramos comprar la ropa y no necesitar del concurso de aquellas modistas de antaño que entraran la sisa y entallaran los vestidos para que se adaptaran a la anatomía de cada cual. En suma, se “democratizó” y se abarató la moda.
Pero a pesar de todo esto, un asunto que no se ha acabado de regular adecuadamente en la Unión Europea, es todo lo relacionado con la estandarización del tallaje. Es cierto que el Comité Europeo de Normalización ha elaborado la norma EN 13402, que busca unificar las tallas de ropa en toda Europa para facilitar así la comprensión de las medidas y reducir confusiones entre países. En este asunto cotidiano, la Unión Europea se ha quedado a medio camino pues aunque existe esa norma, es sólo una referencia y no es de cumplimiento obligatorio. Muchas marcas internacionales prefieren mantener sus propios sistemas de tallaje.
Así que, hasta que las marcas de ropa piensen un poco más en aquellos a los que las medidas de cintura le excedan un poco de los cánones oficiales, nos seguirá atormentando el hecho, tan cierto como los impuestos, de que la camiseta se saldrá del pantalón e iremos luciendo nuestras barriguitas por las calles... aunque también es cierto que, visto lo que se ve por ahí, igual hasta vestimos a la última moda.